En su momento, para mí este dibujo fue un logro. Tenía los detalles justos y necesarios para entender el tema; el demonio mira arriba con esa cara de santo, bien peinado, los bolígrafos en el bolsillo de la chaqueta y la pajarita. El hecho de que esté tan arreglado y con un ramo de flores (como regalo para su amor) no oculta sus cuernos y la cola, que asoma por detrás. Por más que lo intente, no puede esconder su condición demoníaca.
Este dibujo me pone un poco triste. La luz que alarga las sombras y el personajito solitario en mitad de un espacio indefinido me resultan tramendamente desoladores.
1 comentario:
A mí, sin embargo, el dibujo del niño me parece de lo más encantador: el niño no cesa en su empeño de trepar el árbol pese a que el tiempo pase y el árbol permanezca imperturbable. Curiosidad y motivación en estado puro.
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